domingo, 29 de abril de 2007

Miguel Amírola Vila: Cambio Climático, racionalidad, cosmoclimatología y otrs hierbas

CAMBIO CLIMATICO, RACIONALIDAD, COSMOCLIMATOLOGIA Y OTRAS HIERBAS


Considero imprescindible que todo el mundo proceda a hacer un uso más contenido, racional y eficaz de la energía y de las materias primas, así como a utilizar las mejores tecnicas posibles, en cuanto a ecoeficiencia, en los procesos de producción y transporte.

Y esto, independientemente de que el cambio climático sea antropogénico o no. Simplemente por una elemental cuestión de racionalidad, economía y sentido común.

Todas las especies y civilizaciones que han sucumbido a lo largo de la historia, lo han hecho por causa de una inadecuada gestión de sus recursos vitales, condicionados al uso de la energía. Es el inexorable segundo principio de la termodinámica.

Respecto al cambio climático recurro, en principio, al fácil argumento de establecer la analogía con otros pronósticos catastrofistas, como fueron la teoría malthusiana de principios del siglo XX o los sesudos trabajos del Club de Roma de los años 70 y 80 del pasado siglo, que nos llevarían a clasificarlo en el capítulo de las terribles teorías milenaristas o proféticas, que el tiempo y la razón han probado que eran falsos.

Puestos a hacer de agoreros me atrevo a apuntar que, al paso que vamos, la humanidad sucumbirá final y sencillamente sumida en su propio aburrimiento redundante.

Pero en el caso del cambio climático ahora contamos con una ventaja, que son las mejores ayudas al desarrollo del conocimiento y de la inteligencia que nos proporcionan las modernas técnologías de la información y la comunicación.

Alguien se ha leido los informes del IPCC de Febrero y Abril de 2007?. Yo desde luego no. Tan sólo he ojeado los sumarios. Y a la vista de ellos y con la información de que dispongo, puedo afirmar que la única conclusión que extraigo de ellos es que tienen un 99% de incertidumbre de que la porbabilidad de que el cambio climático sea debido a causas humanas es del 90%. O sea, NADA!.

Como muestra un botón. En la página 12 de 18 del sumario del informe del IPCC de Febrero de 2007 se dice en letra muy pequeñita: “Water vapour changes represent the largest feedback affecting climate sensitivity and are now better understood than in the TAR. Cloud feedbacks remain the largest source of uncertainty. {8.6, 9.6, Box 10.2}”

Traduciré: “Los cambios del vapor de agua representan la mayor realimentación que afecta a la sensibilidad del clima y son ahora mejor comprendidos que en el TAR. La realimentación de las nubes continuan siendo la mayor superfície de incertidumbre.”

La concentración de CO2 en la atmósfera, el “maldito” gas invernadero, a ascendido de 200 a 300 partes por millón (ppm) aproximadamente en el último siglo. Muy bien.

El efecto invernadero del vapor de agua es unas 3 veces superior al del CO2. Además, en caso de saturación, las nubes reflejan la radiación solar reduciendo el efecto invernadero en una proporción muy superior al conjunto del efecto de todos los gases de efecto invernadero, produciendo un efecto de glaciación.

La concentración de vapor de agua en la atmósfera, con una capacidad de efecto invernadero unas tres veces superior al CO2, en condiciones de saturación a 20º C es de unos 15 g de agua por Kg de aire (física elemental), es decir 15.000 ppm, unas 50 veces superior a la concentración de CO2 actual. Y la concentración de vapor de agua en la atmósfera, según nuestros higrómetros, varía habitualmente entre un 40% y un 70% en un día, es decir entre 6.000 y 10.500 ppm, muy lejos todavía de las fatídicas 300 ppm del CO2.

Eso si, el aire a unos 5.000 m de altura está a unos -15 o -20º C, con una capacidad de saturación casi nula. Pero las nubes más “gordas” (densas), los cúmulos, se producen a partir de los 1.000 o 1.500 m de altura, donde la concentración a nivel de saturación puede andar hacia las 6.000 ppm, todavía muy superior a las 300 ppm de nuestro “maldito” CO2. Tomemos estas 6.000 ppm como media de concentración de vapor de agua.

Pues si, según el informe del IPCC de Febrero de 2007, el mayor factor de incertidumbre en sus modelos es el vapor de agua en la atmósfera, y este tiene los efectos y variaciones expuestos anteriormente (6.000 ppm de vapor de agua / 300 ppm de CO2 = 50 veces de efecto invernadero debidas al incierto vapor de agua). Cabe concluir pues que los resultados de tales modelos son absolutamente inciertos: el 99% de incertidumbre de que el cambio climático sea antropogénico con un 90% de probabilidad. O sease: NADA!.

Y ahora regresamos al segundo principio de la termodinámica.

La teoría del cambio climático se sustenta en modelos “cerrados” del sistema termodinámico de la atmósfera terrestre. Volvemos pués al segundo principio de la termodinámica, el de la entropía o de que la “calidad” de la energía en los sistemas “cerrados” va degenerando en sus sucesivos cambios hasta reultar casi totalmente ineficaz.

El sistema termidinámico de la atmósfera es un sistema complejo. Yo sé algo de sistemas complejos, hidráulicos, termodinámicos e incluso sociológicos. Y su comportamiento es altamente impredecible. Tanto como la predicción meteorológica, que con los mayores supercomputadores existentes en la actualidad, como es el Marenostrum de Barcelona, son incapaces de predecir el clima con más de tres días de anticipación. Es lo del vuelo de la mariposa en Hong-Kong que produce un tornado en Florida. Son sistemas “caóticos”.

Nos vamos pues a “creer” un modelo de un sistema complejo a unos 100 años vista, cuando no nos creemos la predicción meteorológica a más de dos o tres días vista?

Los sistemas complejos se rigen por extrañas leyes, en las que las discontinuidades y puntos sigulares hacen muy compleja, difícil y limitada la aplicación de los métodos de cálculo convencionales, por potentes que sean. Si a eso añadimos que el cambio climático no se limita a la atmósfera terrestre, sino que su comportamiento se engloba en el sistema Tierra-Sol-Universo, los modelos que maneja el IPCC, restringidos a la atmósfera terrestre, resultan ridículamente limitados.

El segundo principio de la termódinámica, que anuncia la muerte de los sistemas termodinámicos “aislados”, como es la Tierra, por suerte todavía no ha acabado con nosotros ni con el planeta, gracias a los factores externos que se introducen en el sistema, entre los que cabe incluir la radiación cósmica y solar, entre otros, así como la inteligencia humana por su capacidad de predecir “rudimentariamente” hechos futuros y modificarlos en parte. Con eso no contaba el buen Dios o quien sea que creó este engendro de universo.

En artículo de Jordi Mazón Bueso, publicado por la revista “El Esceptico” en su número de primavera de 2005, se divulgaban las teorías y pruebas de diversos científicos, por las que existe una correlación muy significativa entre los cambios del centro de masas del sistema solar, el correspondiente efecto de la radiación solar sobre la Tierra y los cambios climáticos.

Recientemente, me ha llegado infromación sobre el importante efecto de los rayos cósmicos en la variación de la concentración de nubes en la Tierra, lógicamente influidos por la actividad solar. Ver:

-LA COSMOCLIMATOLOGIA, UNA NUEVA TEORIA SOBRE EL CAMBIO CLIMATICO:

http://www.amazings.com/ciencia/noticias/130407a.html

Además, según estudios complementarios de dicha infromación, las variaciones históricas de la radiación cosmica que llega a la Tierrra, se correlacionan perfectamente con los períodos de glaciación y de calentamiento planetario, así como de mayor o menor proliferación de la biodiversdad.

Todo encaja. Más o menos rayos cósmicos producen mayor o menor nuvosidad en la Tierra y el efecto de los rayos cósmicos en la atmósfera aumenta o disminuye respectivamente con la menor o mayor actividad del Sol.

Y, según lo expuesto por el IPCC, la concentración de vapor de agua y las nubes son el mayor factor de incertidumbre en sus modelos sobre el cambio climático.

Espero con todo esto no haber convencido.

Tan solo he pretendido conseguir sembrar la duda y la crítica. Que, ante las recientes teorías y conclusiones “catastrofistas” y “dogmáticas” sobre el cambio climático, nos comportemos como científicos. Aplicando el principio de falsabilidad que enunció en su día Karl Popper. Haciendo uso de nuestros conocimiento e ineteligencia para cuestionar el dogma.

Nada es cierto ni falso hasta que se demuestra lo contrario. De nosotros depende hallar “la verdad”, si es que existe.

Otro día hablaremos del 2º infome del IPCC, de Abril de 2007, sobre “políticas para la corrección del cambio climático”: Un buen negocio!.

No hay comentarios: